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Dreamcast: El fin de Sega como fabricante de hardware
La nueva generación ya está aquí. Xbox 360 lleva más de un año en el mercado, Wii ha triunfado esta temporada navideña, y PlayStation 3 está al caer. Ahora que se cierra el telón sobre la que todavía llamamos “actual generación”, y antes de escribir el epitafio de GameCube, Xbox y PlayStation 2, nunca está de más recordar la que fue la primera consola de esa generación, que en su corta, y quizás trágica, trayectoria, esbozó lo que veríamos en los siguientes años.
Concebida como prematura sucesora de Saturn en un momento en el que ésta estaba siendo arrollada en ventas por PlayStation, Dreamcast fue la última apuesta de Sega para triunfar en el mundo del videojuego, y la magnitud de lo que se jugó obligó a la compañía a hacer una transición a desarrolladora independiente que todavía sigue sorprendiendo a aquellos veteranos que, al jugar ahora a la nueva consola de Nintendo, ven el logotipo de Sega tras insertar el DVD de uno de sus juegos.
La consola Dreamcast salió a finales del año 1998 en Japón, y un año después, en otoño de 1999, en los Estados Unidos y Europa. Durante ese primer año en los mercados occidentales, Dreamcast sorprendió con un potente catálogo de juegos entre los que destacaron títulos como Soul Calibur, Crazy Taxi, Jet Set Radio y Shenmue. Las ventas de la consola nunca fueron espectaculares pero sí bastante buenas durante meses, compitiendo, pero nunca superando, a la PS One de Sony, pero el lanzamiento de PlayStation 2, la aparición de piratería para la consola y los anuncios de GameCube y Xbox catapultaron la consola al fracaso. El 31 de enero de 2001, menos de un año y medio después del lanzamiento de la máquina en occidente, Sega anunciaba que en marzo dejaría de fabricarla, sin sucesora a la vista, y que seguiría lanzando juegos para la consola durante un tiempo. Dreamcast seguía el camino de Saturn de forma más rápida y estrepitosa pero, paradójicamente, dejando un buen sabor de boca y un legado que la han convertido en una consola de culto.
El nacimiento de Dreamcast estuvo muy marcado por el fracaso de Saturn frente a su competición con la PlayStation de Sony. Aunque las ventas de la consola eran decentes en Japón, tanto en Norteamérica como en Europa eran muy flojas, especialmente en este último territorio, y Sega rápidamente se puso manos a la obra para intentar lanzar otra consola y así contar con ventaja en la siguiente generación. En 1997 la compañía comenzó a diseñarla y a desvincularse de Saturn, siendo consciente de que eso le pasaría factura frente a muchos usuarios, que quizás tampoco habían quedado contentos con “experimentos” de la compañía como Mega CD o Megadrive 32x.
El proceso de diseño de la máquina no estuvo exento de polémica. Existían dos prototipos de lo que finalmente sería la Dreamcast, desarrollados en paralelo por dos equipos diferentes. El primero de ellos, con el que contactó Shoichiro Irimajiri, presidente de Sega, era americano, y usaba tecnología de Hitachi y 3dFX, que por aquella era la principal empresa de gráficos 3D para PC. Este primer proyecto se llamaba Black Belt, y más tarde Dural. Sega of Japan no se iba a quedar precisamente de brazos cruzados, y un equipo liderado por Hideki Sato trabajó durante meses en el prototipo nipón de la consola, usando también un chip de Hitachi, pero un procesador gráfico de NEC, el PowerVR. Este prototipo sería llamado en un primer momento White Belt (en contraposición a Black Belt), y finalmente Katana.
El proceso de toma de decisiones que terminó con la opción japonesa nunca ha trascendido demasiado, entre rumores de presiones de Sega Japón y de presuntos “cabreos” de Sega con 3DFX, que cuando preparó su salida a bolsa en 1997, desveló con plenitud de detalles todos los acuerdos a los que había llegado con Sega para ayudar en el desarrollo de Black Belt. En cualquier caso, Katana fue la que finalmente se convirtió en Dreamcast. La suerte estaba echada.
El apoyo de los desarrolladores a Dreamcast no fue todo lo entusiasta que cabría esperar. Muchos desarrolladores japoneses expresaron su descontento con el fin de Saturn, una consola que en Japón no funcionaba mal, y no apoyaron a Dreamcast. Otras lo hicieron en mayor o menor medida, destacando Capcom y, en menor grado, Konami. El caso más sonado fue el de Electronic Arts, mayor compañía de juegos del mundo, que desde el principio declinó desarrollar para Dreamcast por las pérdidas que había tenido en sus lanzamientos para Saturn. Esto produjo que la consola tuviese una escasez de juegos deportivos que rápidamente se palió con las sagas 2K desarrolladas por Visual Concepts, aunque nunca hubo un juego de fútbol a la altura de las circunstancias. Como curiosidad, la consola usaba el sistema operativo Windows CE, aunque de forma opcional en los juegos, siendo la primera incursión de Microsoft en el mundo del videojuego.
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