Adios Dreamcast, adios.
Autor: SamSolo, 03-4-2002
Un intento de visión global sobre la caida en desgracia de la consola más blanca de todas, larga vida a Dreamcast.
Cuando me pidieron que realizara este comentario pensé: “¿cómo voy a dar respuesta a tantos interrogantes?”, en buen lío me había metido nuestro coordinador. Ciertamente todos sabemos que Dreamcast, como proyecto económico finalizó hace ya un año, cuando Sega dio por finalizada la producción de máquinas, y prometió, al menos, un año entero de apoyo incondicional a sus aficionados, y que el futuro dependía de los resultados económicos de la consola en ese año. Todos sabíamos en aquel momento, que en mayor o menor medida, Dreamcast había muerto, prematuramente además.
Las causas de esta desaparición son tantas, y tan complejas, que difícilmente podríamos enumerarlas aquí, el mercado del videojuego es como un camaleón, cambiante como el medio que lo rodea. Sin embargo, podríamos dirigir nuestras miradas a varios puntos que han afectado en gran medida al “fracaso” de Dreamcast.
En primer lugar deberíamos hablar de la propia Sega, semi ahogada por las deudas acumuladas en los años fiscales anteriores al lanzamiento de DC. Mega CD y Saturn son dos de las causas de estas deudas, que sin duda, condicionaron el potencial económico con el que contaba la empresa para el lanzamiento de la máquina, así como su capacidad de castigo monetario. Esta falta de apoyo fue casi exclusivamente el único fallo de bulto de la empresa del erizo, ya que supo aprender de sus errores, colaborando más abiertamente con los desarrolladores a lo largo y ancho del planeta, ofreciendo herramientas sencillas y productivas para programar la consola, y sobre todo, desarrollando ella misma varias de las últimas de las obras maestras de los últimos cinco años en el mundillo. Nombres como Virtua Tennis o ShenMue permanecerán en las mentes de los aficionados a lo largo de los años como referentes en su época.
No podíamos dejar de lado la competencia de la todopoderosa Sony, la cual, por medio de todas las artes de marketing, que tan bien supo aplicar en su Playstation, consiguió acelerar el lanzamiento de su continuadora, Playstation 2, evitando un asentamiento mayor de DC, y explotando al máximo, la renta que PSX le había entregado en los años anteriores. Sumando factores en esta competencia, podemos leer sencillamente entre líneas la hábil manipulación a la que nos someten las grandes empresas, haciéndonos consumir lo que ellos venden, no lo que nosotros queremos.
Capítulo aparte a la piratería, factor que, siempre controvertido, fue beneficioso en la expansión de PSX, pero que en Dreamcast apareció demasiado temprano, impidiendo que el Sega pudiera amortizar la producción de sus máquinas con buenas ventas de programas, viéndose esta obligada a abrir un nuevo frente anti piratería, para intentar frenar las inmensas pérdidas que le suponía cada copia ilegal; evidentemente fracasaron, ya que hoy es tan sencillo encontrar copias piratas de DC como de PlayStation.
Para finalizar no me gustaría dejar atrás el factor, que a mi juicio, es el más importante de la desaparición de Dreamcast, ¿cómo es posible que una máquina con buen potencial técnico, buenos juegos y buen precio no triunfe?, pues por culpa del público. Si parece increíble, pero es así. La llegada de DC se ve marcada por un dominio total y absoluto de Sony, y sobre todo, de la palabra PlayStation. Esta palabra es casi un sinónimo de videojuego, con lo que la inmensa mayoría del gran público asocia PlayStation a videojuego, y para un padre de familia, lo mejor para su hijo es lo más vendido, es duro pero es así. Es sencillo ver como se han vendido decenas de millones de PSX a decenas de millones de personas que antes de ella no habían tenido contacto alguno con el videojuego, como mucho en alguna recreativa, con lo que es fácil deducir que la llegada de un nuevo competidor le fuera extraña, y a veces incluso hostil, tal es así que muchos de estos usuarios afirmaban que el potencial técnico de PSX era superior a DC, increíble pero cierto.
La suma de estos factores, y de muchos otros que seguramente no podemos ni imaginar, se acumulan para hacer algo que muchos creían imposible: Dreamcast ha muerto. Algunos dirán que Sega “asesinó” a su propia creación, otros dirán que es culpa de Sony, otros simplemente pensarán que era mala competidora en este mercado; probablemente todos tengan algo de razón. Lo único cierto es que nuestra querida DC ha dejado de ser una opción a la hora de comprar una consola, ahora el testigo reposa en el triunvirato Sony-Nintendo-Microsoft, suerte a todas ellas y larga vida a Dreamcast, la consola de los sueños que soñaban los soñadores.
Un saludo a todos.
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