Toshihiro Nagoshi deja de lado a la mafia japonesa para presentar su propia visión de un futuro no necesariamente mejor, sobre la que planea con fuerza el espíritu de "Blade Runner".
Plataforma:
PlayStation 3 Tipo
de juego: Shooter en tercera persona Desarrollador:
Ryu Ga Gotoku Studio Editor/Distribuidor:
Sega
Nº
de jugadores: 1 y online Versión:
PAL Año:
2012 Disponibilidad:
A la venta en España
Año 2080. En la otrora brillante bahía de Tokio, ahora desolada debido a la subida de las aguas durante la primera mitad del siglo XXI, emergen del océano el sargento Dan Marshall y su compañero Roy Boateng. Ellos, junto con otros comandos internacionales, están en misión de la IRTA, una organización que vela por el cumplimiento de la Nueva Convención de Ginebra, cuya cláusula 21 prohíbe la creación de robots con apariencia humana. Dichos androides, conocidos como los "Hijos del Éter", han comenzado a ser descubiertos en los Estados Unidos e incluso uno de ellos ha atacado la sede de la corporación Bergen, la mayor compañía de robótica del mundo. Se sospecha que el creador de los Hijos del Éter es el ingeniero japonés Yoji Amada. Por desgracia, Marshall y sus compañeros no pueden contar con la colaboración de las autoridades locales para detener a Amada, ya que el actual gobierno nipón es totalmente aislacionista, no se relaciona con la comunidad internacional y no duda eliminar a cualquiera que entre en el país de forma ilegal mediante sus fuerzas de seguridad autómatas.
Tras una no muy afortunada presentación en sociedad mediante un tráiler a finales de 2010, pocos apostaban por la solvencia que ha acabado alcanzando el juego en todos sus aspectos, también en el visual. Lo que más llama la atención sin duda es la reacción de los armazones robóticos a los disparos de Dan y su unidad Óxido, los androides pierden protecciones o miembros completos y aún así siguen luchando, arrastrándose incluso tras haberse volatilizado sus piernas, desarrollado todo ello de forma muy plástica. Al igual que sucede en la serie Yakuza, de los mismos creadores, tendremos secuencias cinemáticas de duración considerable que, a pesar de no lucir tanto como en la saga mafiosa, están a una notable altura, con modelados y animaciones faciales de no poco nivel. Los entornos no huyen de los espacios abiertos si la ocasión lo requiere, pero parecen todos demasiado genéricos y carentes de personalidad, además apenas tienen elementos destructibles. Los efectos de luz, las explosiones, las humaredas y demás están bastante logrados, al igual que las texturas de personajes y decorados, muy nítidas casi todas. Las caídas de frame rate, que las hay, no suelen ser demasiado gravosas.
El correcto, aunque no exento de altibajos, doblaje al castellano corre a cargo de actores que trabajan habitualmente en estudios de sonorización del País Vasco, por lo que es posible que la mayoría de voces no sean demasiado conocidas en el resto de España, con la posible excepción de Faye, que comparte actriz con Tooru Kazama, de la serie de animación Shin-chan. Los efectos roban totalmente el protagonismo a una banda sonora que queda en un segundo plano, ante el aluvión de disparos y explosiones.
El núcleo jugable de Binary Domain sigue el ahora muy extendido esquema de shooter con coberturas, que ha sido implementado de forma muy natural y funciona casi a la perfección. Parapetarse, disparar a ciegas tras una barricada, asaltar la posición enemiga... todo se puede hacer de manera muy fluida, con una auténtica sensación de poder controlar una amplia variedad de situaciones de combate. El protagonista cuenta con un arma personal, en este caso un fusil de asalto, mejorable durante la aventura, una pistola de munición ilimitada y un alojamiento para granadas; además también puede portar otro arma extra, arrebatada a los robots caídos o comprada en algunos de los terminales de venta repartidos por la ciudad, donde no faltan viejos conocidos, como el fusil de francotirador, la escopeta de cartuchos o el lanzagranadas.
La impronta que Sega ha querido dar al juego para diferenciarlo de la competencia, occidental básicamente, es el sistema de confianza. Dan combatirá en equipo con varios miembros de su unidad y deberá ganarse su respeto, tanto en el campo de batalla (ojo al fuego amigo) como durante las conversaciones con ellos. Una mala relación puede hacer que sus compañeros no respondan a sus ordenes y combatan de forma descoordinada, por contra la eficiencia durante las operaciones mejorará sustancialmente si ocurre lo contrario. Esto también tendrá su incidencia en como se desarrolle la trama, aunque su devenir principal es inalterable, limitándose estos cambios a temas accesorios.
La IA enemiga es bastante completa, los diversos tipos de androides actúan de forma diferenciada, intentando algunos sobrepasar la línea defensiva del jugador, mientras otros se cubren y disparan e incluso algunos de ellos se exponen al fuego enemigo conscientemente amparados en un grueso blindaje para conseguir una posición dominante durante los tiroteos. Por contra la IA de los aliados falla en ocasiones, haciendo que se interpongan en la línea de fuego del protagonista.
Aparte de la campaña para un solo jugador, también es posible disputar partidas online en diversas modalidades de versus (todos contra todos, captura de bandera, luchas por equipos...) y en una opción cooperativa, que permite hasta a cuatro usuarios resistir a diversas oleadas de robots. No es nada que esté demasiado cuidado ni sea innovador, pero ayuda a prolongar un tanto la vida del juego, ya que la aventura principal dura en torno a las ocho horas.
La interpretación de Sega de un género tan típicamente occidental como el que nos ocupa aporta un soplo de aire fresco al mismo, dando una gran importancia a la historia y al trato a nuestros hermanos de armas sin descuidar tampoco la jugabilidad. Entretenido y más que recomendable.
Lo
mejor:
Los creadores de Yakuza no renuncian a argumentos "profundos". Fácil de jugar. Lo
peor:
A veces los compañeros aparecen de improviso en la línea de fuego. No hay cooperativo en la campaña principal.